PARROQUIA DE SANTA MARÍA MAGDALENA

Esta iglesia presenta en primer lugar un indudable valor social por se la iglesia matriz de Arahal.

Fue erigido bajo la advocación de María de Magdala, cuyo patronazgo se remonta al 22 de Julio de 1248, día de la Santa, en que la tradición acepta que el rey Fernando III El Santo entró en el lugar de Arahal, conquistándolo para Castilla.

Prácticamente la totalidad de la iglesia que hoy conocemos data del año 1800 y ocupa el solar donde se erigía el templo primitivo, que era de corte mudéjar y con tres naves.

Las obras de esta parroquia comenzaron con el derribo de la anterior en el año 1785 y se terminaron en 1800, siendo costeadas por D. Pedro Téllez Alcántara, IX Duque de Osuna. Se considera el templo más suntuoso de los que existen en Arahal.

Su estilo es neoclásico. Su constructor fue Lucas Cintora (arquitecto de renombre en aquella época). Esta obra le valió para consagrarse como uno de los más geniales constructores de su periodo, estando esta obra suya catalogada como la más amplia de la Diócesis. Otro constructor que intervino fue Fernando Rosales. Los planos básicos son atribuidos a Julián Barcenilla.

El templo lo forman tres amplias naves de cuatro tramos cada una, crucero y ábside, que da paso al coro, compuesto de sillería plateresca, producto del maestro tallista, vecino de Paradas, José Victorino Casaus, en el año 1769 (existía otro conjunto de coro anterior que trabajó Juan de Oviedo en 1600). La caja del órgano la realizó el mismo Victorino Casaus y la maquinaria salió del taller del maestro organero Francisco Pérez de Valladolid en 1759 (Arch. Arz. Leg. 201/3).

Planta y Alzado del templo

La fábrica del imponente edificio está sostenida por magníficos pilares cuadrangulares que apean arcos de medio punto, que separan las naves, sobre los que descansan las bóvedas que cubren los tramos que dividen el templo. El crucero se corona por una magnífica cúpula semiesférica.

Exteriormente, los contrarrestos se realizan por contrafuertes de líneas típicas de la centuria. La decoración es propiamente clásica, constituida por pilastras toscanas, cuyos frisos lucen triglifos y metopas. A pesar de la sencillez, la combinación de todos los elementos la dotan de una gran armonía y variedad.

El altar mayor se encuentra presidido por la imagen titular, traída de Barcelona el mismo año de la inauguración del templo. Es una escultura de gran tamaño, en cuyo pedestal se lee: «Antonio Marzal F. Natural de Valencia, año 1800». Le sirve de fondo una bóveda de cuarto de esfera que apea en columnas dóricas, estucadas, de sobria robustez y prestancia.

Los retablos laterales son de línea clásica, algunos de ellos de reciente construcción. Los dos de la Esperanza, labrados en 1820 y 1880, en ambas naves laterales, fueron reparados hace pocos años por algunos de los hermanos de esta Hermandad. El antiguo retablo de Las Ánimas, que acogía un cuadro sobre lienzo de grandes dimensiones de autor desconocido (que actualmente se encuentra en el presbiterio en el lado del evangelio), ha sido restaurado y reformado por el artesano local José María Gamboa, para la reorganizada hermandad de la Veracruz.

La portada principal, de gran monumentalidad, presenta dos cuerpos y ático. Y sus componentes responden a los repetidos órdenes toscano y jónico.

En la nave del Evangelio se abre una portada a la calle Marchena con el vano flanqueado por columnas toscanas, y coronado por frontón triangular. La portada de la epístola permite el acceso desde la casa rectora y es más sencilla.

La torre es de ladrillo y, en parte, proviene de la antigua edificación. Posee elementos toscanos en el primer cuerpo y jónicos en el segundo, rematada con sencillo y esbelto capitel. El cuerpo de campanas está decorado con cerámica de los siglos XVI y XVII, restos de antiguos derribos. Se conserva una antigua inscripción en la que se lee que fue restaurada en 1898, por José Espina. Y en el archivo general del arzobispado constan datos de que en 1780 el maestro Vicente Falcó fundió una campana para ella.

La capilla Sacramental, de 1766, aunque de alzado más barroco, no disiente de los caracteres generales del resto del edificio. A los pies de la nave de la epístola, es de planta rectangular, con dos tramos. El primero, cuadrado, con bóveda semiesférica y el segundo, rectangular, con bóveda de cañón con lunetos. En el archivo del Arzobispado consta que en 1763, la hermandad del Santísimo Sacramento se dirigió al provisor en solicitud de licencia para labrar una capilla. El maestro mayor de fábricas del arzobispado, Ambrosio de Figueroa, informa, en 20 de abril del mismo año, sobre la forma, lugar y costo de la capilla. Él fue a su vez autor del diseño. La obra de arquitectura la ejecutó el maestro alarife Pedro Álvarez, y el retablo y decoración de la bóveda, Francisco Casaus. Las partes doradas las efectuó Alonso de Burgos, maestro en dicho oficio. Cuando se inició el derribo de la antigua iglesia de la Magdalena, Lucas Cintora respetó la capilla trazada por Figueroa, pero es muy posible que efectuase alguna remodelación.

Relación de obras artísticas

Capilla Mayor: Para el servicio del coro conserva la parroquia buena colección de libros corales. Son los siguientes: Dos del siglo XVI (0’50×0’33m.), nueve del siglo XVII (0’56×0’41m. y 0’65×0’43m.), dos del siglo XVIII (0’50×0’37m. y 0’65×0’43m.).

Naves laterales: La Inmaculada de la capilla sacramental, obra del siglo XVIII, que hoy se encuentra en uno de los pilares de la embocadura de la capilla mayor, en la nave del evangelio, y varias copias de pinturas murillescas.

Sacristía: Existe una buena cajonería y dos armarios del siglo XVIII.

La pila bautismal: De jaspe, la realizó el maestro cantero Toribio Fernández.

Orfebrería:

De la decimosexta centuria se conservan:

  • Dos copones de plata dorada, decorado uno de ellos con botones de esmalte, de inicios y finales del siglo.
  • Cruz parroquial de plata dorada, sin duda la mejor pieza de la colección, el finísimo cincelado de sus bellos relieves de gran sabor clásico, nos inducen a creerla ejecutada hacia 1580. La cruz propiamente dicha tiene una altura de 0’60m., y apoya sobre un templete que alberga bajo sus cuatro frontones otros tantos relieves, cuyos asuntos son los siguientes: Oración en el huerto, Jesús atado a la columna, Ascensión y Beso de Judas. Las ráfagas son modernas, de metal, según se deduce de la documentación, el Crucifijo lo hizo Alfaro en 1599.

Del siglo XVII:

  • Entre una gran variedad de adminículos litúrgicos, destacan dos varas de pertigueros, de plata repujada, del primer cuarto de siglo. Miden 1’63m.

De la centuria siguiente:

  • Copón de plata dorada con aplicaciones del mismo metal, simulando como una red que envuelve todo el vaso y pie con una labor calada de motivos rocalla. Aún cuando lo declara un rótulo que lleva en el interior del pie, el estilo es claramente colonial. Era propiedad del convento de San Roque. Inscripción: «Se hizo en Guathemala, en 1775. Lo trajo d. Joseph Fernández Baena natural de esta villa y lo regaló a este convento de San Roque. Su artífice Pedro Valenzuela.»
  •  Juego de altar de plata repujada, compuesto de cruz de altar (0’94m.), tres sacras, dos atriles, una naveta, seis blandones (0’83m.) y dos ciriales (2’10m.). Los punzones son los siguientes: V.Gargallo García y NO-DO. Hecho en 1796. Archivo parroquial: aún cuando fue diezmado en los sucesos del treinta y seis, se conservan numerosos libros, de los cuales es el más antiguo, uno de fábrica de 1575 y otro de escrituras de propios que empieza en 1568. El de casamientos se abre en 1551. Se conservan dos libritos muy interesantes: «Ilustración y publicación de los diez y siete secretos del Doctor Juan Curvo Semmedo», del doctor don Francisco Suárez de Rivera. Madrid 1732. Y «Poesías de Melchor Díaz de Toledo», Sevilla año MDCCLXXVI. En la imprenta de Manuel Nicolás Vázquez y Compañía. Ambos en pergamino.